Desde el ángulo que se quiera, 2020 fue un año retador para toda la humanidad. Y como en todos los momentos difíciles, hay quienes encontraron una oportunidad en medio de este ambiente de incertidumbre y desolación. Desde Azaí queremos compartir con ustedes una de estas historias, y por supuesto, a una de sus protagonistas: Kelly Mejía es una bogotana, residente de la localidad de Usme, que después de vivir en diferentes ciudades del país ejerciendo su labor de Trabajadora Social, decidió regresar a Bogotá, justo antes del inicio de la cuarentena obligatoria.
En Bogotá y en la gran mayoría de las ciudades del país, para algunas familias de escasos recursos la pandemia significó una reducción fuerte en sus ingresos, por lo que a medida que la cuarentena avanzaba, se empezaron a utilizar trapos rojos en las puertas de las casa como señal de escasez de alimentos y de elementos de primera necesidad.

Créditos: BBC-GettyImages
En abril empezaron a esparcirse rumores de entrega de ayudas en el sector de Cazuca, municipio de Soacha, una zona habitada por personas desplazadas por la violencia, recicladores, vendedores ambulantes, trabajadores de servicios generales, entre otros. Ante estos rumores, cientos de personas salieron a hacer filas por horas, esperando una ayuda que nunca llegó. La indignación no se hizo esperar y empezó a llenar las redes sociales de videos y quejas ante la inconformidad de las personas, pero sobre todo, ante la necesidad de hacer algo para conseguir alimentos.
Kelly se sumó a estos mensajes: “hice un comentario super inocente y les dije chicos, empecemos a buscar una solución por nosotros mismos, porque esto se nos está saliendo de las manos”.
Dos minutos después, Kelly tenía una enorme cantidad de mensajes pidiendo ayuda, pero también mensajes con propuestas: personas que podían ir a repartir mercados, otras que tenían bases de datos de familias y con eso, armados de teléfonos e internet, se conformó un equipo de trabajo en 3 días. La capacidad logística de llevar mercados de un lado a otro no era suficiente, por lo que identificaron al dueño del único supermercado del sector, para que le hicieran transferencias directas, de forma que él solo tuviera que despachar las cantidades solicitadas por los donantes a las familias identificadas por el equipo de voluntarios. Lo interesante es que no solo aceptó, sino que también empezó a donar porcentajes de las ventas a las familias que recibían los alimentos.
Así se formó Corona Eats – El Tinder de la Solidaridad de Cazuca, una posibilidad de hacer match entre donantes y familias que necesitaban alimentos para sobrevivir. La labor de Kelly y de sus compañeros era la de asegurar de parte y parte que había compromiso, que el recurso se iba a utilizar bien y que los alimentos iban a llegar a manos de los beneficiarios finales. La iniciativa tuvo tal éxito que a finales de abril de 2020 decidieron postularse a la Maratón de Emprendimiento de la 4 semana mundial de la Creatividad y la Innovación en Colombia, organizada por IKU, SEMANACI.ORG y apoyada por WCIW.ORG, consiguiendo el primer lugar en la Maratón. Este sistema logró recaudar más de 20 millones de pesos colombianos en mercados en un mes llegando a más de 1.000 personas de la zona.
Haciendo prototipos
Pero la idea no se quedó allí. Las necesidades siguieron y el modelo no era sostenible. El equipo identificó que el valor de los mercados se invertía en su mayoría en pañales y toallas higiénicas. Había que darle una solución a este problema. Y la solución llegó con el emprendimiento de textiles de una de las voluntarias de la zona: empezaron a prototipar diseños para hacer pañales de tela y toallas higiénicas, y a punta de recursos gestionados a través de “vacas” crearon y entregaron los primeros 15 pañales de tela. Esta práctica llegó a oídos de otras organizaciones que también estaban invirtiendo mucho dinero en desechables sanitarios, y que les empezaron a comprar estos productos: eran costo eficientes y disminuían el impacto ambiental.
Mientras esto sucedía, algunos voluntarios se fueron, otros llegaron y otros se apropiaron de tal forma de su rol que decidieron darle una forma más robusta a la iniciativa y crearon Amimesa,
“una plataforma de encuentro entre personas que creen que sumando capacidades, restan las desigualdades, igualan oportunidades y reducen las brechas”.
Gracias a la combinación del esfuerzo de sus voluntarios, Amimesa convoca a anfitriones (emprendedores sociales), invitados (voluntarios que apoyan a los emprendedores sociales) y acompañantes (que aportan al proceso organizacional de Amimesa).
Van a cumplir su primer año y sin duda es una iniciativa que esperamos pueda fortalecerse y generar el equilibrio que necesita para continuar aportando al desarrollo de emprendedores sociales en el sector de Cazuca.
Si después de leer este artículo está interesado en participar o en conocer Amimesa, puede visitar su página web en.amimesa.co o en sus redes sociales.